lunes, 23 de mayo de 2011

Timidamente fui acercando mis dedos a tus dedos, y los entrelacé. Me dió confianza saber que estabas. Lejos, pero estabas. Que no invadías mi territorio, sino que te acercabas, que sabías detenerte en el momento justo, que golpearías la puerta cuando hubiera quitado los cerrojos, recien entonces, no antes. Fué tu ternura tocándome de lejos las mejillas, tus frases cuidadosas tratando de sacarme un poquito de miedo, un poquito de soledad, un poquito de rabia y metiendo tambien poquito a poco un ramito de Música en los espacios que ibas quedando libres. 
No me sueltes la mano, no me espantes la risa.
Estás.
Estoy.
Estamos.
No me importa si aveces de veras y aveces cerca pero a la (puta) distancia. Porque estoy empezando a poder ¿sabes? a poder por mi misma. Creo que era eso lo que querías, que empezara a caminar pasito a pasito para ir a tu encuentro y hallarnos en la mitad del camino. Creo que era eso lo que querías, que el puente lo construyeramos entre los dos, vos de allá para acá y yo de aqui para allá, con fuertes columnas sosteniendolo. Y toda esa música que le hiciste nacer a mi cuerpo, a mi alma, toda esa musica que viene desde adentro de mí, que me inunda, que me desborda, que me revive. 
Gracias, gracias. Por la ternura, por tu mano tomada a la mía. Gracias por la música

No hay comentarios:

Publicar un comentario