lunes, 23 de mayo de 2011


Hay noches así, en las que no me atrevo a llamar a nadie porque me parece que molesto, que los distraigo de algo importante, que no es justo que los salpique con mis miedos. ¿Miedo a qué? A todo. Pero.. más concretamente, miedo a que me hieran. Ya no podría soportar otra tristeza, ni soportar la indiferencia, o una mano que esté cerca y no me pase un dedo por la cara, borrándome las lágrimas. Para tranquilizarme me digo: 'No tienes que temer. Aquí no hay arañas, no hay fieras, es un lugar seguro. Conoces cada rincón, cada objeto, cada mueble' Y no puedo, no puedo. Me parece que están todos enojados conmigo, distantes. Las distancias separan lo que amo. Las distancias son cuerdas que me atan y paralizan. Las distancias son laberintos de cristal que me apartan del camino, me confunden, tienen indicadores falsos que me alejan aún más. Hay noches así, sin estrellas que alumbren el sur.
No estás aquí, no estoy allá.
Digo tu nombre, pero suena hueco. No respondes aunque grite que te amo, que vengas, que me lleves, que necesito que me hables, que me cuides dulcemente, que me arropes, que me cuentes un cuento, que me aprietes las manos hasta que me duerma. Digo tu nombre. Allá, lejano, ajeno.Yo seguiré nombrándote, en los claros días, en las noches bellas y en noches como esta. Porque en algún momento tendrás que oír, que darte cuenta, que entender. 
Digo tu nombre, digo tu nombre, digo tu nombre.Y que te extraño..

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